Los hombres que se habían refugiado en las alturas pertenecían al pueblo y la contienda les había sorprendido en las ciudades, en los campos o en filas, formando parte de los colosales ejércitos que jamás combatieron. Hasta entonces las grandes naciones habían estado orgullosas de sus ejércitos, como lo atestiguaban los innumerables desfiles que se habían hecho en todas las latitudes. El soldado seguía siendo el héroe sencillo de todos los tiempos y según los estrategas mundiales «el infante sería, en último término, el encargado de ocupar el terreno enemigo, convirtiendo en palpable realidad el fenómeno bélico…». Se habían equivocado.
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Los hombres que se habían refugiado en las alturas pertenecían al pueblo y la contienda les había sorprendido en las ciudades, en los campos o en filas, formando parte de los colosales ejércitos que jamás combatieron. Hasta entonces las grandes naciones habían estado orgullosas de sus ejércitos, como lo atestiguaban los innumerables desfiles que se habían hecho en todas las latitudes. El soldado seguía siendo el héroe sencillo de todos los tiempos y según los estrategas mundiales «el infante sería, en último término, el encargado de ocupar el terreno enemigo, convirtiendo en palpable realidad el fenómeno bélico…». Se habían equivocado.