El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. En uno de los episodios más humorísticos, narrado por un personaje en quien resuenan ecos de la mejor tradición picaresca Juan Bragas o don Juan de Pipaón, como él prefiere llamarse, «MEMORIAS DE UN CORTESANO DE 1815» nos da entrada en el estrambótico mundo de la corte de Fernando VII, dominada por groseros y avispados arribistas que hacen y deshacen, tiran y aflojan cada uno en la medida de sus posibilidades, según los peores usos de la monarquía absoluta. Segundo episodio de la segunda serie de los «Episodios Nacionales».
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El gran friso narrativo de los «Episodios Nacionales» sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles —guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares— a lo largo del agitado siglo XIX. En uno de los episodios más humorísticos, narrado por un personaje en quien resuenan ecos de la mejor tradición picaresca Juan Bragas o don Juan de Pipaón, como él prefiere llamarse, «MEMORIAS DE UN CORTESANO DE 1815» nos da entrada en el estrambótico mundo de la corte de Fernando VII, dominada por groseros y avispados arribistas que hacen y deshacen, tiran y aflojan cada uno en la medida de sus posibilidades, según los peores usos de la monarquía absoluta. Segundo episodio de la segunda serie de los «Episodios Nacionales».