En aquel tiempo... Kania recordaba diez o doce primaveras. Su madre había muerto cuando la tierra tembló y la gruta se desplomó, sepultándola, junto con las demás mujeres. Ella pudo salir corriendo. Lo había dicho Ug, el patriarca. —Cuando el suelo tiemble, debéis buscar los espacios abiertos. Si tiembla el cielo, la cueva será vuestro mejor refugio. Había otros azotes. El fuego era muy peligroso. El agua, también. Luego estaban los grandes animales terrestres y alados. Kania estuvo a punto de morir una vez, aplastada por las garras de uno de aquellos monstruos, a cuyo paso parecía estremecerse la tierra. Los gigantescos árboles caían derribados como si fuesen frágiles cañas. El rugido de las bestias era horrible.
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En aquel tiempo... Kania recordaba diez o doce primaveras. Su madre había muerto cuando la tierra tembló y la gruta se desplomó, sepultándola, junto con las demás mujeres. Ella pudo salir corriendo. Lo había dicho Ug, el patriarca. —Cuando el suelo tiemble, debéis buscar los espacios abiertos. Si tiembla el cielo, la cueva será vuestro mejor refugio. Había otros azotes. El fuego era muy peligroso. El agua, también. Luego estaban los grandes animales terrestres y alados. Kania estuvo a punto de morir una vez, aplastada por las garras de uno de aquellos monstruos, a cuyo paso parecía estremecerse la tierra. Los gigantescos árboles caían derribados como si fuesen frágiles cañas. El rugido de las bestias era horrible.