Enfrentado con la idea de tenerme que entregar, temió que la explicación que él diera de su presencia estuviera en pugna con mis declaraciones y no vio más solución del problema que matarme. Pero esto también ofrecía sus dificultades.
No estaba él muy tranquilo, porque era demasiado falsa su posición. Por eso apenas se dio cuenta de que pensaba en alta voz, costumbre que suelen adquirir todos los que viven solos y tienen poco trato con sus semejantes, caso en el que se encuentra, indudablemente, nuestro amigo.
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Enfrentado con la idea de tenerme que entregar, temió que la explicación que él diera de su presencia estuviera en pugna con mis declaraciones y no vio más solución del problema que matarme. Pero esto también ofrecía sus dificultades.
No estaba él muy tranquilo, porque era demasiado falsa su posición. Por eso apenas se dio cuenta de que pensaba en alta voz, costumbre que suelen adquirir todos los que viven solos y tienen poco trato con sus semejantes, caso en el que se encuentra, indudablemente, nuestro amigo.