El motor empezó a fallar. Sonia echó una mirada al marcador que tenía delante de ella y masculló algo entre dientes. Marcaba veinticinco litros, ¡la misma cantidad que cuando pasara por delante de la última bomba de gasolina! Miró por segunda vez, para asegurarse. No cabía la menor duda: el indicador estaba estropeado. El motor pareció toser por última vez y se paró. El coche rodó unos metros más y se detuvo a su vez.
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El motor empezó a fallar. Sonia echó una mirada al marcador que tenía delante de ella y masculló algo entre dientes. Marcaba veinticinco litros, ¡la misma cantidad que cuando pasara por delante de la última bomba de gasolina! Miró por segunda vez, para asegurarse. No cabía la menor duda: el indicador estaba estropeado. El motor pareció toser por última vez y se paró. El coche rodó unos metros más y se detuvo a su vez.