La azafata, de espaldas en aquello momentos, no se dio cuenta de nada. Los demás viajeros no parecieron dar al incidente la menor importancia. Milton Drake, que había observado la maniobra, miró a su esposa, que estaba sentada a su lado, y vio reflejada en sus ojos la misma extrañeza que lo sucedido le causaba a él. Porque a los pasajeros les estaba vedada la entrada a la parte de proa de la aeronave, y no existía motivo alguno para que ninguno de ellos hiciese caso omiso de la prohibición.
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La azafata, de espaldas en aquello momentos, no se dio cuenta de nada. Los demás viajeros no parecieron dar al incidente la menor importancia. Milton Drake, que había observado la maniobra, miró a su esposa, que estaba sentada a su lado, y vio reflejada en sus ojos la misma extrañeza que lo sucedido le causaba a él. Porque a los pasajeros les estaba vedada la entrada a la parte de proa de la aeronave, y no existía motivo alguno para que ninguno de ellos hiciese caso omiso de la prohibición.