La señora Winter trajo un bonito juego de café, de porcelana, en una bandeja. Sirvió las tazas mientras su esposo abría su pitillera de oro y me ofrecía de fumar. Cuando terminaron las atenciones, él me expuso lo que querían: —Deseamos que localice a nuestra hija. Robert Winter era un hombre enjuto, de piel morena y abundantes cabellos canosos. Sus ojos eran pequeños, oscuros, muy vivaces. Desde luego, había sobrepasado ya el medio siglo de vida, pero mantenía una fuerte vitalidad.
Description:
La señora Winter trajo un bonito juego de café, de porcelana, en una bandeja. Sirvió las tazas mientras su esposo abría su pitillera de oro y me ofrecía de fumar. Cuando terminaron las atenciones, él me expuso lo que querían: —Deseamos que localice a nuestra hija. Robert Winter era un hombre enjuto, de piel morena y abundantes cabellos canosos. Sus ojos eran pequeños, oscuros, muy vivaces. Desde luego, había sobrepasado ya el medio siglo de vida, pero mantenía una fuerte vitalidad.