Éramos ocho en una noche de perros. Del cielo, negro como el fondo de un pozo, caía una fina lluvia molesta, hacía un frío que casi obligaba a tiritar y para postre había que oler a mierda porque nos encontrábamos en un callejón oscuro, sucio y sórdido. Por otro lado, y en lo que respecta a un servidor, sufría un dolor de cabeza de cien mil diablos y lo único que deseaba era irme a descansar, con una buena dosis de acetil salicílico en el cuerpo.
Description:
Éramos ocho en una noche de perros. Del cielo, negro como el fondo de un pozo, caía una fina lluvia molesta, hacía un frío que casi obligaba a tiritar y para postre había que oler a mierda porque nos encontrábamos en un callejón oscuro, sucio y sórdido. Por otro lado, y en lo que respecta a un servidor, sufría un dolor de cabeza de cien mil diablos y lo único que deseaba era irme a descansar, con una buena dosis de acetil salicílico en el cuerpo.