La rubia y agraciada muchacha que salía cargada con un montón de carpetas, estuvo a punto de tropezar con el señor alto y obeso que avanzaba por el pasillo. —¡Oh, Dios mío! — exclamó la chica mientras un par de carpetas caían al suelo con ruido. —No se preocupe, miss Grey — dijo el hombre con empalagosa sonrisa—. Supongo que todos se encuentran un poco nerviosos hoy en esta oficina. Se inclinó, recogiendo las carpetas para ponerlas sobre el montón que la joven abarcaba con sus brazos.
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La rubia y agraciada muchacha que salía cargada con un montón de carpetas, estuvo a punto de tropezar con el señor alto y obeso que avanzaba por el pasillo. —¡Oh, Dios mío! — exclamó la chica mientras un par de carpetas caían al suelo con ruido. —No se preocupe, miss Grey — dijo el hombre con empalagosa sonrisa—. Supongo que todos se encuentran un poco nerviosos hoy en esta oficina. Se inclinó, recogiendo las carpetas para ponerlas sobre el montón que la joven abarcaba con sus brazos.