Aquel hombre no parecía tener prisa. Se dedicaba filosóficamente a beber como si ninguna preocupación le embargase, ya que estaba seguro de que lo que tenía que suceder se produciría inevitablemente y que tan sólo era cuestión de tiempo. Cuando apuró la bebida que le había sido servida habían transcurrido unos cuantos minutos. Una vez más consultó el reloj y miró de nuevo hacia la puerta. En aquella ocasión no lo hizo a través del espejo del fondo...
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Aquel hombre no parecía tener prisa. Se dedicaba filosóficamente a beber como si ninguna preocupación le embargase, ya que estaba seguro de que lo que tenía que suceder se produciría inevitablemente y que tan sólo era cuestión de tiempo. Cuando apuró la bebida que le había sido servida habían transcurrido unos cuantos minutos. Una vez más consultó el reloj y miró de nuevo hacia la puerta. En aquella ocasión no lo hizo a través del espejo del fondo...