El sol, próximo al ocaso, encendía en púrpura los techos de la suntuosa casa de Yang-Thar, el primer mandarín, Conductor de Elefantes del Rey de Siam.
La envidiada mansión del mandarín, casado con una dama oriunda de Portugal, ahilase en el centro de un verdadero parque paradisiaco, más allá de. los bosques de Ayuthia, en otro tiempo capital del Reino del Elefante Blanco y cuyas ruinas atestiguan una civilización remota desaparecida.
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El sol, próximo al ocaso, encendía en púrpura los techos de la suntuosa casa de Yang-Thar, el primer mandarín, Conductor de Elefantes del Rey de Siam. La envidiada mansión del mandarín, casado con una dama oriunda de Portugal, ahilase en el centro de un verdadero parque paradisiaco, más allá de. los bosques de Ayuthia, en otro tiempo capital del Reino del Elefante Blanco y cuyas ruinas atestiguan una civilización remota desaparecida.