Mark Silvester penetró en el recinto insonorizado que aislaba confortablemente a Lee Vanberg, propietario de la revista Cuatro Horizontes. Lee Vanberg sólo citaba a sus principales colaboradores en casos excepcionales. Tendió blandamente la diestra a Silvester, señaló la caja con diversos compartimentos de cigarrillos, y apenas sentado su visitante, preguntó Vanberg con fingida ansiedad: —¿Se encuentra perfectamente bien?
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Mark Silvester penetró en el recinto insonorizado que aislaba confortablemente a Lee Vanberg, propietario de la revista Cuatro Horizontes. Lee Vanberg sólo citaba a sus principales colaboradores en casos excepcionales. Tendió blandamente la diestra a Silvester, señaló la caja con diversos compartimentos de cigarrillos, y apenas sentado su visitante, preguntó Vanberg con fingida ansiedad: —¿Se encuentra perfectamente bien?