El despacho de Gaston Baylac tenía dos puertas. Una comunicaba con su secretariado, y la otra, dando a una escalera de servicio. Una escalera sombría que se ahondaba como un pozo en los cuatro pisos de la antigua casa de Burdeos. Una salida de emergencia que en ocasiones le era de gran utilidad. Cuando efectuaba paseos inquietos y nerviosos por su despacho, se detenía a veces maquinalmente para descorrer la mirilla de la puerta y dedicar un vistazo a la actividad de sus empleados de su inmobiliaria.
Description:
El despacho de Gaston Baylac tenía dos puertas. Una comunicaba con su secretariado, y la otra, dando a una escalera de servicio. Una escalera sombría que se ahondaba como un pozo en los cuatro pisos de la antigua casa de Burdeos. Una salida de emergencia que en ocasiones le era de gran utilidad. Cuando efectuaba paseos inquietos y nerviosos por su despacho, se detenía a veces maquinalmente para descorrer la mirilla de la puerta y dedicar un vistazo a la actividad de sus empleados de su inmobiliaria.