El viento áspero silbaba por la estrecha callejuela del Bronx. Arremolinaba la fina llovizna en que iba destilándose el aguanieve que había empezado a caer hacia las seis de la tarde. Abraham Levinson trabajaba también horas nocturnas. A veces, las grandes ocasiones se le presentaban a horas distintas a las habituales en las tiendas normales. El oficio de lapidario tenía sus ventajas y sus inconvenientes en el barrio de peor fama de Nueva York. Pero Abraham Levinson conocía múltiples recursos, y sobrevivía.
Description:
El viento áspero silbaba por la estrecha callejuela del Bronx. Arremolinaba la fina llovizna en que iba destilándose el aguanieve que había empezado a caer hacia las seis de la tarde. Abraham Levinson trabajaba también horas nocturnas. A veces, las grandes ocasiones se le presentaban a horas distintas a las habituales en las tiendas normales. El oficio de lapidario tenía sus ventajas y sus inconvenientes en el barrio de peor fama de Nueva York. Pero Abraham Levinson conocía múltiples recursos, y sobrevivía.