Desde los jardines de la terraza, se divisaba el camino por el que avanzaban con alegre arrogancia los veintiún jinetes de Sedalia. No llevaban la guerrera gris, sino la camisa de seda del mismo color y bordadas las iniciales por las hermanas Leroy, en cuya mansión iba, a tener efecto aquella tarde la barbacoa. El baile con merienda que las mujeres sudistas daban en honor de los convalecientes.