El joven pelirrojo colgó el teléfono con un movimiento violento y se volvió muy sonriente, mirando al vestíbulo del «Kulm», el mayor hotel del pueblecito de Saint Firmin. Su rostro no expresaba la menor indignación y en realidad sus airadas palabras de hacía unos segundos eran sólo parte de su diario papel. Incluso resultaba posible que le tuviera en el fondo sin cuidado la llamada con París.
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El joven pelirrojo colgó el teléfono con un movimiento violento y se volvió muy sonriente, mirando al vestíbulo del «Kulm», el mayor hotel del pueblecito de Saint Firmin. Su rostro no expresaba la menor indignación y en realidad sus airadas palabras de hacía unos segundos eran sólo parte de su diario papel. Incluso resultaba posible que le tuviera en el fondo sin cuidado la llamada con París.