La lluvia y la ventisca habían azotado con fuerza el toldo de lona de la carreta durante toda la tarde grisácea e invernal. Jack Stuart, instalado confortablemente en un cómodo hueco, entre dos sacos de grano, había dormitado durante la mayor parte del viaje. Seguía aún medio amodorrado cuando un brazo velloso asomó por la tapa trasera y le tiró de la bota.
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La lluvia y la ventisca habían azotado con fuerza el toldo de lona de la carreta durante toda la tarde grisácea e invernal. Jack Stuart, instalado confortablemente en un cómodo hueco, entre dos sacos de grano, había dormitado durante la mayor parte del viaje. Seguía aún medio amodorrado cuando un brazo velloso asomó por la tapa trasera y le tiró de la bota.