No era ella, pero se parecía lo suficiente como para apaciguar su ardiente deseo. Se hacía llamar Donna, o tal vez era Karen. Tanto daba. Sus labios le succionaban la polla con fuerza y eso era todo lo que importaba. El cabello rubio rojizo de la chica encajaba con el de ella y esta vez había encontrado a una cuyo pelo además tenía la misma longitud. Caía por su espalda de un modo similar al de un semental salvaje y unos rizos sueltos enmarcaban su rostro redondeado.
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No era ella, pero se parecía lo suficiente como para apaciguar su ardiente deseo. Se hacía llamar Donna, o tal vez era Karen. Tanto daba. Sus labios le succionaban la polla con fuerza y eso era todo lo que importaba. El cabello rubio rojizo de la chica encajaba con el de ella y esta vez había encontrado a una cuyo pelo además tenía la misma longitud. Caía por su espalda de un modo similar al de un semental salvaje y unos rizos sueltos enmarcaban su rostro redondeado.