A seis mil metros de altura sobre la base, Guy Richey dejó atrás los altos cúmulos anunciadores de buen tiempo e irrumpió con su reactor en un cielo azul diáfano. Era domingo, Guy había subido hasta allí sólo para probar su aparato, y puesto que la nueva bomba de aceite parecía funcionar con normalidad, se dispuso a dar la vuelta y regresar a la base Larson de las Fuerzas Aéreas junto al lago Moisés, Washington.
Pisando el pedal de la derecha y empujando la palanca hacia aquel lado, Guy describió una vuelta rápida sintiendo el brutal impacto de la fuerza gravitatoria que le aplastaba contra el asiento.
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A seis mil metros de altura sobre la base, Guy Richey dejó atrás los altos cúmulos anunciadores de buen tiempo e irrumpió con su reactor en un cielo azul diáfano. Era domingo, Guy había subido hasta allí sólo para probar su aparato, y puesto que la nueva bomba de aceite parecía funcionar con normalidad, se dispuso a dar la vuelta y regresar a la base Larson de las Fuerzas Aéreas junto al lago Moisés, Washington. Pisando el pedal de la derecha y empujando la palanca hacia aquel lado, Guy describió una vuelta rápida sintiendo el brutal impacto de la fuerza gravitatoria que le aplastaba contra el asiento.