Lo decía demasiado alto. De otros palcos la oyeron, porque muchos tenían centrada la atención en aquella mujer joven, procedente de Nueva Orleans. Muy elegante y perfumada. Bastante bonita. En su mismo palco estaban dos hombres jóvenes, muy bien vestidos, y la tía de Chera. Los dos hombres, al sentir la mirada de algunos espectadores, se turbaron. Uno se inclinó para susurrar a Chera: —¡No hable tan alto! A muchos puede molestarle...
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Lo decía demasiado alto. De otros palcos la oyeron, porque muchos tenían centrada la atención en aquella mujer joven, procedente de Nueva Orleans. Muy elegante y perfumada. Bastante bonita. En su mismo palco estaban dos hombres jóvenes, muy bien vestidos, y la tía de Chera. Los dos hombres, al sentir la mirada de algunos espectadores, se turbaron. Uno se inclinó para susurrar a Chera: —¡No hable tan alto! A muchos puede molestarle...