EL hombre que manejaba el volante dijo: —Estamos llegando, Hayworth. El castillo está al otro lado de ese promontorio, sobre el mar. Su compañero se limitó a gruñir, arrebujándose en el abrigo que le envolvía casi hasta las orejas. El conductor añadió: —Ya verás... Es el lugar ideal p
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EL hombre que manejaba el volante dijo: —Estamos llegando, Hayworth. El castillo está al otro lado de ese promontorio, sobre el mar. Su compañero se limitó a gruñir, arrebujándose en el abrigo que le envolvía casi hasta las orejas. El conductor añadió: —Ya verás... Es el lugar ideal p