Las calles de la ciudad estaban pobremente iluminadas y poca gente transitaba a tales horas. No obstante, las tabernas, los salones de baile y los garitos rebosaban de público. Dos puertas más arriba de la antigua taberna de Vicente Silva había una de las casas de juego más grandes de Trinidad. Se llamaba La Luz Verde.
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Las calles de la ciudad estaban pobremente iluminadas y poca gente transitaba a tales horas. No obstante, las tabernas, los salones de baile y los garitos rebosaban de público. Dos puertas más arriba de la antigua taberna de Vicente Silva había una de las casas de juego más grandes de Trinidad. Se llamaba La Luz Verde.