Plantado en mitad de la amplísima y encharcada calzada, con los tacones de sus recias botas clavados en el cieno hasta desaparecer dentro de él, Alexis Montaigne miraba a derecha e izquierda los dos fragmentos del populoso poblado, que se enfrentaban partidos por la ancha vía, como dos enormes rivales que se mirasen hoscos a través de un murallón de doce yardas de espesor.
Description:
Plantado en mitad de la amplísima y encharcada calzada, con los tacones de sus recias botas clavados en el cieno hasta desaparecer dentro de él, Alexis Montaigne miraba a derecha e izquierda los dos fragmentos del populoso poblado, que se enfrentaban partidos por la ancha vía, como dos enormes rivales que se mirasen hoscos a través de un murallón de doce yardas de espesor.