El alarido… El alarido de muerte que rasgaba su cerebro… El alarido de horror que llenaba la noche… Susan Blayton lo oyó por primera vez cuando atravesaba el vestíbulo central de la famosa Estación Victoria. Lo oyó entre miles de personas que iban indiferentes hacia su trabajo, hacia sus negocios, hacia sus placeres. Lo captó como si la atravesase igual que una puñalada. Se detuvo como si de pronto hubiera chocado con algo. Tuvo un estremecimiento...
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El alarido… El alarido de muerte que rasgaba su cerebro… El alarido de horror que llenaba la noche… Susan Blayton lo oyó por primera vez cuando atravesaba el vestíbulo central de la famosa Estación Victoria. Lo oyó entre miles de personas que iban indiferentes hacia su trabajo, hacia sus negocios, hacia sus placeres. Lo captó como si la atravesase igual que una puñalada. Se detuvo como si de pronto hubiera chocado con algo. Tuvo un estremecimiento...