Confieso que en tan pocas palabras hay dos que sobran, y que están allí simplemente para causar buena impresión. Una de ellas es la «H» que intercalo entre mi nombre y apellido. No tiene razón de ser, pero he notado que a la gente les causa más respeto los apellidos ligeramente complicados. Incluso los presidentes de los Estados Unidos tienen cuidado en eso como, por ejemplo, Lyndon B. Johnson. Qué tontería, ¿verdad? Pero en este país no da resultado llamarse «Perry Smith» a secas. La segunda cosa que sobra es la palabra «Alta» delante de «Investigación privada». Mis gestiones no tienen nada de altas. Soy un miserable tipejo que empieza. Tengo un despacho en la Avenida Nueve y que me aspen si ése es el mejor sitio de Nueva York. Tengo una secretaria para introducir a las visitas, porque está mal eso de abrir uno mismo la puerta, pero no tengo visitas. Es muy posible que tenga que despedir a Marjorie el mes próximo, alegando crisis laboral.
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Confieso que en tan pocas palabras hay dos que sobran, y que están allí simplemente para causar buena impresión. Una de ellas es la «H» que intercalo entre mi nombre y apellido. No tiene razón de ser, pero he notado que a la gente les causa más respeto los apellidos ligeramente complicados. Incluso los presidentes de los Estados Unidos tienen cuidado en eso como, por ejemplo, Lyndon B. Johnson. Qué tontería, ¿verdad? Pero en este país no da resultado llamarse «Perry Smith» a secas. La segunda cosa que sobra es la palabra «Alta» delante de «Investigación privada». Mis gestiones no tienen nada de altas. Soy un miserable tipejo que empieza. Tengo un despacho en la Avenida Nueve y que me aspen si ése es el mejor sitio de Nueva York. Tengo una secretaria para introducir a las visitas, porque está mal eso de abrir uno mismo la puerta, pero no tengo visitas. Es muy posible que tenga que despedir a Marjorie el mes próximo, alegando crisis laboral.