Todos los vecinos de Keeler se habían guarecido bajo los porches de las casas para huir del sol inclemente. Las emanaciones salitrosas del cercano Valle de la Muerte, hacía que la leve brisa de la mañana resultara cáustica en exceso. Por las tardes estos vientos tan sumamente cálidos, al buscar las alturas por su menor peso, provocaban una especie de ciclón diario que barría toda vegetación en unas cuantas millas. Los vecinos de Keeler como los de Beatty, una ciudad al oeste y al este la otra, conocían las horas de este fenómeno y procuraban estar encerrados.
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Todos los vecinos de Keeler se habían guarecido bajo los porches de las casas para huir del sol inclemente. Las emanaciones salitrosas del cercano Valle de la Muerte, hacía que la leve brisa de la mañana resultara cáustica en exceso. Por las tardes estos vientos tan sumamente cálidos, al buscar las alturas por su menor peso, provocaban una especie de ciclón diario que barría toda vegetación en unas cuantas millas. Los vecinos de Keeler como los de Beatty, una ciudad al oeste y al este la otra, conocían las horas de este fenómeno y procuraban estar encerrados.